A veces no se sentarme al costado de la ruta.
A veces tengo ganas de compartir caminos.
Pero no es de esta vida el a veces.
A mi me gustan los accidentes cuando son de otros. De mi, me gusta el sendero.
Y en el borde del camino los ojos color miel.
Para hacer apetecible la tarde. Para jugar a ser feliz cuando nada lo impide y uno solo vacila entre extrañar y tener.
La extrañeza es diferente en las tardes. Porque se parece al amor que se tiene a la noche. Y también por la mañana.
Me cuesta saber que existo en este mundo de gigantes.
Me siento enorme en tu mirada.